Sí y no. Es decir, nosotros en este
momento estamos recibiendo una formación universitaria teórica que sí creemos
que es totalmente necesaria, pero aún así incompleta. En la Facultad, sólo se
adquiere lo que se conoce como las “sombras de los conocimientos” (SCHWAB). Lo
ideal sería, que se complementaran las clases teóricas con la asistencia
práctica a los colegios, es decir, que se compaginaran, al menos dos días en
semana, las clases en la facultad y las prácticas en los colegios.
De este modo, al finalizar la carrera,
adquiriríamos conocimientos, práctica y sabríamos desenvolvernos en el aula.
Aunque debemos decir, que un
maestro/a nunca termina de formarse ni practicar, ya que cada año se encuentran
con un grupo de alumnos/as diferentes, donde tendrá que emplear otros métodos,
forma de motivar, de captar su atención, etc, porque todo depende de esos
niños/as.
1. ¿Qué escuela queremos para la sociedad en la que vivimos?
Queremos una escuela pública, que sea
para todos/as, es decir una escuela INCLUSIVA.
Actualmente, existen escuelas
públicas y privadas. La Escuela “se supone” que es una institución
socializadora cuya misión fundamental es preparar a niños/as y adolescentes
para que aprendan a desenvolverse adecuadamente en la comunidad en que viven y
se conviertan en ciudadanos y ciudadanas responsables. Pero, ¿es así realmente?
Personalmente, creemos que eso no se cumple, ya que no todos los maestros/as
inculcan esos valores. Es decir, se ciñen al libro de texto, utilizan las
mismas programaciones, no realizan actividades didácticas que relacionen su
vida cotidiana con la escolar. Con esto no queremos generalizar, pero es lo que
hemos vivido hasta ahora, y pocos docentes son los que luchan por cambiar esto.
La escuela pública, a diferencia de
la escuela privada, es inclusiva e integradora y compensadora de desigualdades.
Visto así suena muy bonito, pero en la práctica, no todas las escuelas pueden
abarcar este terreno, ya sea porque no tiene profesionales especializados,
espacios o métodos adecuados.
Por otro lado, la escuela privada, segrega
y selecciona a su alumnado. ¿La escuela pública también lo hace? Creemos que
indirectamente, sí.
Muchos docentes son arbitrarios, ya
que se dejan influir por las apariencias de los alumno/as, y por eso lo
“califican de”. Esta es una manera de seleccionar al alumnado, y de eso
dependerá muchas veces su continuidad en el sistema educativo.
Por todo ello, queremos que el
sistema educativo cambie, y nuestro ideal de escuela sería el siguiente:
Una escuela para todos/as, inclusiva,
con atención a la diversidad y a alumnos/as con N.E.E, con docentes preparados
y con ganas de cambiar el actual sistema educativo y de innovar, en la que se
utilicen recursos TIC, con metodologías más dinámicas con las que el alumnado
se implique, y con espacios adecuados para todas las actividades que se lleven
a cabo en el centro, se realicen adecuadamente.
2. ¿Existe un método para pensar qué hacemos en clase la semana que viene?
Existe dependiendo de la metodología
de cada maestro/a. Si se trata de un docente que utiliza el método tradicional
(libro), sabrá perfectamente que actividad llevará a cabo y cómo lo hará.
Sin embargo, si hablamos de un
docente que utiliza una metodología abierta y dinámica, donde el alumnado es el
protagonista, y por lo tanto participa de forma activa y cooperativa, sabrá que
materia se dará en cada sesión, pero no cómo se hará. En este caso lo que se
toma muy en cuenta es que el tema a tratar les tiene que provocar interés,
motivarles y servirle para que sepan desenvolverse en su vida diaria,
aprendiendo a tomar sus propias decisiones.
3. ¿Qué vale la pena enseñar en la escuela?
En la escuela vale la pena enseñar todo
lo que sea útil para la formación personal y académica del alumnado.
Tal y como discutimos un día en
clase, los niños/as aprenden más y mejor mediante la práctica (PBL). Por
ejemplo, si se les plantea que organicen una excursión a Granada durante un fin
de semana, trabajarán distintas competencias sin darse cuenta. Tendrán que
calcular la distancia entre las dos ciudades, la historia y geografía de la
ciudad (monumentos, calles, museos, etc), comparar precios, elegir hostal, calcular
hora de salida y de llegada, etc. comunicarse y expresarse con otras personas.
En estos casos el profesor sólo actúa
como mero supervisor, y en caso de duda ayudará a los alumnos/as a solventar
los problemas que puedan surgir.
4. Las competencias básicas, ¿son una ayuda o un estorbo?
Las competencias básicas nos sirven
como ayuda ya que nos permiten saber los contenidos imprescindibles que se
deben desarrollar durante la enseñanza obligatoria para lograr la realización personal,
incorporarse a la vida adulta de forma eficaz y desarrollar un aprendizaje permanente durante
el resto de la vida.
Las competencias tienen la finalidad
de integrar los distintos aprendizajes (formales y no formales) y nos permite
poner en práctica los diferentes conocimientos en la vida diaria.
5. ¿En qué consiste crear buenas condiciones para que los alumnos aprendan?
Unos de los objetivos principales del
profesor es poder crear un buen clima de trabajo en clase, este clima de
trabajo debe de estar compuesto por una buena relación profesor-alumno basado
en una comunicación fluida, donde el profesor escuche atentamente las peticiones
del alumnado y en vez de ser la única fuente de información y conocimientos,
debe de servir de guiador de su grupo resolviendo sus problemas.
La organización de las aulas también
es un factor importante para la interacción de los alumnos, una organización del aula donde se pueda
trabajar en grupos, será mucho más fluida la comunicación entre ellos y para
crear debates de clase.
6. ¿Se puede medir el aprendizaje?
Sí se puede medir el aprendizaje previsto
y medible, y no se puede medir el aprendizaje no medible.
El primero es aquel que utilizando
diferentes métodos podemos comprobar que el alumnado a adquirido conocimiento; mientras
que con el segundo nos es imposible conocerlo ya que son conocimientos
abstractos, que no pueden medirse mediante pruebas.
Un aprendizaje medible sería, por
ejemplo, la lectoescritura y el cálculo matemático. Sin embargo, no se podría
medir aquel que se capta mediante las clases prácticas (PBL), ya que los niños/as
son los que buscan las respuestas a sus propias preguntas, por lo que tú sabes
que ellos/as han aprendido dichos conocimientos, pero no sabes hasta que punto
han profundizado en ellos.
Por otro lado, hay docentes que se
empeñan en calificar estas actividades cuando realmente deben servir para el
progreso y la evaluación del alumnado.